martes, 5 de junio de 2007

¿Quién es Don Bosco?


San Juan Bosco.

La biografía de san Juan Bosco es muy simple y muy compleja. Muy simple porque puede reducirse a una frase: "El hombre que consagró su vida a los jóvenes". Y muy complicada porque ha necesitado veinte tomos de muchas páginas, lo suficientemente difíciles para reducirlas a unas pocas. Hagamos un esfuerzo.

El sueño de los nueve años:

Juan Bosco nace en I Becchi, un caserío de Castelnuovo de Asti, del Piamonte italiano, el 16 de agosto de 1815. Huérfano de padre a los dos años, tiene la suerte de una madre santa, mamá Margarita, que lo educa con ternura y fortaleza. Juan es el pequeño de tres hermanos varones. Tiene una inteligencia despierta, una imaginación viva y una gran fuerza de voluntad. Es el jefe de sus compañeros, a los que les repite los sermones del cura y los divierte con juegos y cuentos. El mismo hará de funambulista, cuidará las vacas y clavará sus ojos en los libros, pues se le ha metido en la cabeza que quiere ser sacerdote.

A los nueve años tiene un sueño que marca su vida. Se halla entre una muchedumbre de chiquillos que ríen, juegan y blasfeman. Juan pretende hacerlos callar a puñetazos. Aparece un personaje que le llama por su nombre y le dice: "No con golpes, sino con dulzura, con amor". También aparece la Señora. Lo toma de la mano y le hace ver el extraño ganado de cabritos, perros, gatos, osos y otros animales feroces. "He aquí tu campo -le dice-. Hazte humilde, fuerte y robusto". Enseguida aquellas fieras se van transformando en mansos corderillos que hacen fiesta en torno al Señor y a la Señora. Juanito rompe a llorar. No entiende de qué se trata. La Señora pone la mano en la cabeza del muchacho y le dice: "A su debido tiempo lo entenderás todo". Y despierta.

En breves rasgos vemos: su vocación (lo llamó por su nombre), su misión ("He aquí tu campo"), su estilo ("No con golpes"), su Maestra (la Señora). "Quizás un día llegarás a ser sacerdote", adivina mamá Margarita. Don Bosco será un soñador, un vidente al estilo de los profetas bíblicos. Pero, a pesar de sus dificultades, sabrá llevar los sueños a la realidad.

"Mi vida será para los jóvenes"

Juanito Bosco es un crío de pocos años. Un día se encuentra por la calle al sacerdote. Sale corriendo a saludarlo, a charlar con él. El cura no le hace caso: tiene muchas cosas que hacer. El chiquillo se desahoga con su madre.
- No me ha hecho caso el señor cura.
- Hijo, es que está muy ocupado.
- Pero los niños también somos personas que debe cuidar.

Y el pequeño confiesa con voz profética: "Si un día llego a ser sacerdote, dedicaré toda mi vida a los jóvenes". Y cuando Juan dice una palabra, la cumple.

Dificultades en su camino

Para ser sacerdote tiene que estudiar. Pero los pobres no tienen medios. Además, su hermanastro, Antonio, se le opone radicalmente: "Yo no he estudiado -le dice- y mira lo fuerte que estoy". Rápido en reflejos, Juan le contesta: "Tampoco ha estudiado el burro de casa y está más fuerte que tú". Esta oposición le obliga a salir de su casa natal de I Becchi. En la ciudad de Chieri trabaja y estudia: hace de camarero, de sastre, herrero y carpintero. Da clases a alumnos atrasados. Todo le servirá para la fundación de los primeros talleres de artes y oficios para los aprendices.
Hace el bachillerato y funda la "Sociedad de la Alegría" con un grupo de jóvenes compañeros de clase. Ahí está la raía de uno de sus grandes principios: "Santidad es alegría". El saltimbanqui famoso de I Becchi desafía a titiriteros y charlatanes para ganar a sus amigos.
Recibe la ordenación sacerdotal el 5 de junio de 1841, a los veintiséis años. Mamá Margarita le dice unas palabras inolvidables: "Comenzar a decir misa es comenzar a sufrir".

El oratorio festivo

8 de diciembre de 1841. Don Bosco va a celebrar la Eucaristía en la iglesia de San Francisco, de Turín. El sacristán encuentra a un pobre chaval en la sacristía y le manda ayudar a misa. No sabe de qué se trata.
- Entonces, ¿qué haces aquí?
De malas maneras, lo echa a la calle a gritos y escobazos. Interviene Don Bosco:
- ¿Qué hace usted? ¿Por qué le pega? ¿No sabe que es un amigo mío? Llámelo enseguida: tengo que hablar con él.
El muchacho vuelve cabizbajo y temeroso. Lleva la cabeza rapada y la chaquetilla sucia de cal. Es un huérfano inmigrante. Terminada la misa, Don Bosco entabla un diálogo. Le pregunta por su nombre, por su oficio, por su familia, por su edad. Le pregunta si sabe cantar. No, no sabe nada. Y luego, la pregunta clave: "¿Sabes silbar?" El chaval se echa a reír. Tiene dieciséis años y no ha hecho la primera comunión. No se atreve a ir al catecismo porque es un grandullón entre los pequeños, que le toman el pelo. Y Don Bosco se ofrece a darle la primera lección de catequesis. Empiezan con un Avemaría.
Al domingo siguiente eran nueve. Luego...
Así empezó Don Bosco su obra, con una catequesis. Después vendrán el Oratorio Festivo y los centros juveniles y los colegios y los internados y las escuelas profesionales y las residencias y las misiones. Una obra que crece como el grano de mostaza en los cinco continentes.

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