lunes, 11 de junio de 2007

"María Mazzarello modista del pueblo"




Articulo 2:
En aquellos tiempos, hace más de 100 años, no había Casas de Cultura, ni Club de tiempo Libre, pero sí había asociaciones. Una chica del pueblo de al lado, ayudada por Don Pestarino, montó en la Iglesia un grupo como los que tenemos en nuestros colegios y parroquias que se llamaba Hijas de la Inmaculada. María se inscribió. Para de qué servía este grupo, y se preguntó:¿Para qué sirve? y le respondieron: Ayudar a los demás y ayudarnos entre nosotros a ser cada vez mejores personas, tratando de hacer lo que Jesús nos pidió.

¿Qué os parece? ¿Parecida a la nuestra o no? Al poco tiempo de cambiarse del caserío al pueblo, se declara en él, el tifus. Es una enfermedad terrible, muchas veces mortal, que se produce por beber aguas sin depurar. En nuestros tiempos se da todavía en lugares del Tercer Mundo en los que no tienen depuradoras como las nuestras. Don Pestarino pide a María que cuide a una familia entera que se había contagiado. Ella acepta. La familia se recupera, pero ella cae muy enferma. Estuvo durante dos meses al borde de la muerte. Al final se recupera, pero con graves secuelas. Queda muy débil, con muy pocas fuerzas y ya no puede volver a trabajar en el campo. ¡Ella que había ganado a todos! María entonces se sintió desorientada ¿A qué me dedico yo ahora? Una pregunta que alguna vez se habran hecho o que se la tendrían que hacer muy pronto. Pero ella vivía en un pueblo perdido y encima era mujer, en aquéllos tiempos….

Entonces se le ocurrió: ¡Seré modista! Convenció a su prima y se van a aprender a coser con el sastre y la modista del pueblo. Cuando ya dominan el tema, montan un taller para enseñar a las chicas del pueblo. Con un doble objetivo: " las enseñaremos a coser y les ayudaremos a que crezcan siendo unas buenas personas". Como eran jóvenes y buenas maestras de costura, muchas familias les mandaron a sus hijas. Y en el año 1863 María se encuentra de nuevo en una situación que marcaría su futuro. Un par de niñas del pueblo, de 6 y 8 años, quedan huérfanas de madre. El padre, que por su trabajo debe viajar constantemente, le pide a María que acoja a las niñas internas. ¡Tremendo desafió! Ella no sabía qué hacer y fue a pedir consejo. ¿A quién? ¡A Don Pestarino!sacerdote del pueblo. ¡Cómo no! Y él, que las conocía muy bien y sabía que lo podían hacer estupendamente, las animó. Así que alquilaron una habitación. Fueron llegando más huérfanas… y tuvieron que alquilar una casita más grande. Y en mayo empezaron un oratorio los fines de semana. ¿Quién se lo iba a decir cuando estaba allá en el campo?

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