martes, 28 de agosto de 2007


¿HAS ESCUCHADO LA VOZ DEL SILENCIO?


En un mundo que se inunda de ruidos que le impiden escuchar lo que el corazónquiere expresar, el silencio ha de levantar su voz y de muchas formas intentahablar, haciéndose notar aún más que las palabras que se suelen pronunciar.


Silencio interior que intentamos acallar, cuando nos habla de nosotros mismos ynos dice aquellas cosas que preferimos pasar de largo o ignorarlas porque nosduele, nos recuerda un pasado que queremos olvidar, o nos confronta con unaverdad que no queremos aceptar, porque exige de nosotros cambio para crecerinteriormente y poder el mundo transformar.


Silencio exterior que expresa muchas veces soledad, nos aturde con su lamento,sobre todo cuando necesitamos escuchar voces que nos sepan consolar. y otrasveces es necesario que hagamos silencio de tantos reproches que hacemos, o delescándalo que ocasionamos para sentirnos siempre el centro, y nos hacemos lossordos, al dolor de otros que lloran en silencio.


Hay instantes en que más que frases, necesitamos escuchar en el silencio, lapresencia fiel del amigo que nos acompaña en el camino, respetando nuestromomento, no dice nada con palabras, pero nos ofrece su fidelidad estando ahí anuestro lado, en silencio.


A veces el silencio es reproche, cuando surge del dolor que hemos ocasionado oque nos han causado; la respuesta suele ser un abismo de silencio que se hacecada vez más grande, sino hacemos algo para romperlo y acabarlo.


El mismo Dios, nos habla de mil maneras en el silencio; pero se nos dificultapercibirlo por nuestras quejas y lamentaciones, el susurro de otras voces, laalgarabía de una sociedad que se siente cada vez más vacía por todo aquello alo que le da prioridad, dejando de lado lo que realmente es esencial paraencontrar la paz que el Amigazo nos quiere regalar.


Son muchas las emociones que propicia el silencio: paz, cuando nos permitereposar, respirar su calma, alejarnos del bullicio que nos atormenta y nosexige marchar a un ritmo que no queremos andar, porque exige ser lo que nosomos, aparentar para agradar.


Produce nostalgia y nos hace llorar, cuando en el no podemos hallar la voz dela persona que amamos y que ya no está; duele el silencio que no acaba yqueremos aplacar con una llamada, una carta, un detalle, una flor, que noshable de amor y amistad, nos diga directamente al corazón lo que soñamosescuchar.


El silencio no es mudo como creemos, dice más de lo que con palabras se puedeexpresar, puede romperse con tan solo su nombre pronunciar; es el espejo quealma utiliza para contemplarse y conocerse más, es el que sabe inspirar porquenos deja contemplar el susurro de la naturaleza que su belleza nos quieremostrar; es también el lenguaje de Dios que nos grita de mil formas, lo muchoque nos ha de Amar.Es hora de que escuches lo que el silencio hoy te quiere contar.


Autor: Kary Rojas

"EL NIÑO PESCADOR"



Había una vez un niño pescador, que navegaba con un barco de madera a motor. Era un barco pequeño, y aunque le llevaba adonde el quería, si soplaba el viento tenia dificultades para controlar el rumbo.

Era un chico muy ordenado y cada día cumplía con sus obligaciones, como su padre le enseñó en su día. Se levantaba temprano, daba las gracias a Dios por el nuevo día, se lavaba, almorzaba, y se dedicaba a navegar rumbo a nuevo pescado fresco. Cada día pescaba un montón de pescado. Por la tarde se relajaba y se sentaba dejándose mecer por las olas que le gustaba mucho. Por la noche cenaba algo ligero, rezaba por el buen día que había tenido y se iba a dormir temprano.

Y así día tras día. Con días espléndidos de aguas tranquilas. Y con días duros de mar gruesa, en los que tenía que luchar contra todo para mantenerse a flote. Pero a pesar de todos los pesares, el niño confiaba en el destino, el niño se sentía básicamente feliz. Sabía que había barcos mejores, más preparados y que pescaban más que él, y que no tenían tantos problemas como él, pero él se sentía confiado con lo que tenía, y cada día daba las gracias a Dios.

Un buen día y cuando el niño contaba con la edad de 18 años, hubo una terrible tormenta. El niño no había visto nunca una tormenta así. Él peleó como siempre lo había hecho. Pero aquel barco no iba a aguantar aquella tempestad, así que no pasó mucho tiempo hasta que el niño naufragó. El niño cayó al agua aferrándose al salvavidas que tenía el barco.

El barco desapareció, su hundió para siempre.

Cuando la tormenta amainó, y empezó a salir el sol, el mar ya estaba en calma, y el niño se mecía suave en el océano. Y como siempre a pesar de los pesares él confiaba, aunque sin barco la verdad se sentía bastante desprotegido y muy vulnerable a los peligros del mar. La verdad es que el niño sentía miedo, y es natural en ese estado cualquiera siente miedo.

Cuando se hubo tranquilizado, algo ocurrió. Pudo ver algo muy especial. Algo maravilloso y increíblemente bello, vio una puesta de sol espléndida, no era una puesta de sol normal, era tan linda y espectacular, que supo en aquel momento que era Dios que quería decirle que estaba acompañado por Él en esos momentos tan difíciles, y que con su protección no había nada de qué preocuparse. El niño se sintió acogido por Dios al instante y sintió una paz y una tranquilidad tan grande que verdaderamente se olvidó del problema en que estaba envuelto, y aquella noche durmió en paz meciéndose bajo las estrellas.

Al día siguiente, el día se levantó muy despejado, muy tranquilo, muy sereno. Al poco tiempo de amanecer algo ocurrió. De la profundidad del océano emergió un objeto. Era de color blanco, estaba muy bien pulido y brillaba al incidir sobre él el sol radiante. El niño se dirigió hacia aquel objeto. Al tocarlo se dio cuenta que se trataba de madera, pero era extraño que fuera blanca. Al tocar esa madera se podía sentir una gran paz. Era un madera mágica. El niño comprendió que se trataba de una madera muy especial. Pero, ¿qué debía hacer con esa madera? Después de haber pasado la noche en el mar, su único deseo era subirse a esa madera, pero cada vez que lo intentaba se hundía y no podía soportar su peso. Pronto comprendió que debía dejarla a su lado, y simplemente notar su presencia y de esta manera notar esa paz que transmitía. El niño estaba un poco confuso. ¿De dónde salió ese trozo de madera? ¿Por qué le hacía sentir tan bien? ¿Cuánto tiempo iba a permanecer en el mar a la deriva? Todo esto rondaba por la cabeza del niño.

No pasó mucho tiempo hasta que emergió otro trozo de madera blanca. Y luego otro más. Pronto juntó un buen montón de aquella extraña madera. Ni que decir tiene que el niño se sentía a las mil maravillas con tanta madera mágica. Realmente estaba muy contento. Pero continuaba sin saber qué hacer con aquello. Pasó el medio día. Y a la media tarde algo ocurrió. Un suave rayo de sol incidió en una de aquellas maderas mágicas. Muy lentamente se podía observar que aquel rayo de sol estaba dibujando un plano. El niño se acercó a ver. Lo que vio le dejo boquiabierto. Era un plano de un barco. Era un barco enorme, gigante, nunca vio un barco tan grande. El niño estaba entusiasmado, estaba perplejo. En el plano se detallaba como colocar todas las piezas para obtener ese barco. Como aún quedaba tiempo hasta el anochecer, el niño se puso manos a la obra. Al cabo de unas horas, pudo construir la base del barco, era fácil de construir, las maderas se acoplaban bien y todo parecía encajar a la perfección.

El niño empezaba a comprender. Le había llegado el momento de cambiar de barco. No podía ir por más tiempo con aquel barquito. El niño que él era estaba lentamente dejando de ser un niño, y el adulto que de él iba a salir iba a pedir mucho más. Debía tener los medios adecuados para cuando las nuevas necesidades florecieran.

Aquella noche, el niño la pasó en la base de lo que iba a ser su nuevo barco. Ahora que el niño tenía las pruebas de las intenciones de Dios para él, se sentía más confiado que nunca. Realmente el niño se sentía muy querido por Dios y muy protegido. Nuevamente aquella noche durmió en paz.

Al día siguiente, el niño prosiguió con su tarea, y continuó construyendo su nuevo barco. La madera encajaba muy bien, y era muy fácil montarlo así que muy rápidamente obtuvo un barco perfectamente construido. Era un barco muy hermoso, era un barco imponente, era un barco que era digo de admiración y era un barco descomunalmente grande. La verdad es que el niño, que ya era adolescente, se quedo maravillado y asombrado.

Pero a todo aquello le faltaba algo. Le faltaba un rumbo. Le faltaban los planos para poder moverse por el océano y dirigirse allí donde él quisiera, y sobretodo le faltaba un motor, que debía ser potente para poder mover aquella mole.

No pasó mucho tiempo, mientras el adolescente tenía eso en su cabeza, en el que algo ocurrió. El barco empezó a temblar, era un temblor profundo, todo el barco se movía, el adolescente tuvo que tumbarse el suelo y permanecer estirado. Al poco tiempo el barco empezó a iluminarse, empezó a brillar, era la madera misma que empezaba a generar una dulce luz, muy acogedora pero que pronto empezó a ser demasiado luminosa, el niño encegado cerró los ojos y se los tapó con las manos. El barco no paraba de temblar. El niño estaba asustado, no sabía lo que pasaba. Finalmente, el temblor cesó, y la luz bajó su intensidad permaneciendo una luz muy agradable.

Después de lo ocurrido, el adolescente se levantó. Se puso de pie. Algo extraño había sucedido dentro de sí mismo, se sentía diferente. Algo en él le decía que sabía cómo manejar su nuevo barco, y que además sabía por dónde dirigirse sin ningún tipo de duda. Aquella noche el adolescente durmió realmente bien, fue un descanso muy muy reparador, se sentía muy alegre y muy en paz.

Al día siguiente, y después de hacerse con su nuevo barco, estaba listo para un nuevo rumbo. Aunque sabía que sería increíblemente grande aun no sabía exactamente cómo podía mover ese barco pues por ningún sitio se veían timones ni maquinaria con que propulsarlo.

El adolescente sabía que aquel día era su día, era el día de su vida, sentía que algo muy especial iba a ocurrir. Y así sucedió. Desde lo alto del cielo azul algo luminoso descendió. “¡Oh, no puede ser!” exclamó el adolescente... se trataba de un ángel, era un ángel muy blanco con dos alitas que estaba subido en una nube rosa.
El adolescente estaba perplejo y no se lo podía creer, y le preguntó :
- Hola !! y tu quién eres ?- y el ángel le contestó :
- Soy tu ángel protector, y vengo a enseñarte como utilizar tu nuevo barco.- , el adolescente se quedó de piedra :
- Eres mi ángel protector ? guau !! dime qué me quieres enseñar - Y el ángel le dijo :
- Escucha atentamente, yo te voy a explicar cómo tú puedes conseguir lo que tú quieras, tú ahora tienes los medios y ahora mismo te voy a decir cómo utilizarlos, vale? -
- Sí, sí, sí, soy todo oídos , ¿cómo puedo conseguir lo que deseo? -
- Verás la madera con la que has trabajado proviene del lugar mas puro y divino del mundo, y el barco que con ella has construido está preparado para llevarte a tus sueños, es la madera de los soñadores. Y para utilizarlo debes soñar, sólo eso, sueña, tú sólo sueña, y el barco te conducirá a ese sueño para hacerlo realidad. Cuanto mas potente y puro sea tu sueño más rápido se moverá el barco. Y recuerda tú puedes tener el sueño que tú desees, el que tú quieras, no importa lo grande que sea, este tipo de barco esta preparado para alcanzar cualquier sueño por grande que sea. Así que sueña.
- Ok gracias seguiré tu consejo, soñaré y soñaré. Pero, ¿qué sueño puedo ponerme?. El océano es muy grande y la verdad es que hay muchas cosas interesantes.-
- Nosotros los ángeles deseamos que alcancéis todo lo que queráis y que estéis plenos, y por eso os damos los medios para conseguirlo, el sueño que te llevará a la plenitud lo tienes dentro de ti, sólo déjalo salir, y vívelo con fuerza.
- Muy bien ángel, comprendido.

Así que el adolescente obtuvo la manera de mover el barco y de cómo conseguir sus sueños para ser feliz, su ángel protector se desvaneció, desapareció. Aunque él sabía que lo observaba desde algún lugar sus progresos y que siempre lo protegería desde la distancia.

El adolescente se dijo a sí mismo :
- Muy bien, ahora sólo me hace falta soñar. Así que soñemos.
Así que empezó a soñar. Sólo empezar a soñar algo ocurrió. Todo el barco se iluminó y empezó a moverse. Como el sueño era joven y poco definido, el barco se movía lento y parecía torpe. Pero a medida que el sueño crecía en su interior, el barco aumentaba su velocidad y su decisión.

Y con tan solo soñar !!! Es espléndido !!!

Sin esfuerzo alguno, y sin forzar en absoluto su nuevo barco, el adolescente conseguía llegar a las metas que se proponía. A medida que sus sueños eran más grandes, los trayectos eran mas largos y tardaba más en llegar al puerto, pero los puertos eran cada vez mas bonitos y hermosos y valía cada vez más la pena.

Con la práctica se convirtió en un gran soñador, y dominaba a la perfección su barco, y alcanzaba todo lo que se proponía. Realmente estaba muy contento y agradecido por todo. Por fin el niño había alcanzado el dominio de su vida.


miércoles, 22 de agosto de 2007


LA EDUCACIÓN EN POSITIVO


El objetivo final en la educación de un niño consiste en que termine por encauzar su vida por sí mismo. Una buena estrategia para conseguirlo, consiste en reforzar las buenas actitudes, es decir, alabar la parte positiva del comportamiento del niño en vez de recriminarle todo el día sus malas acciones.

Los niños necesitan saber que nosotros, tanto padres como profesores, estamos satisfechos con ellos. Es su gran triunfo y recompensa.

Con esta actitud conseguiremos que el niño por ejemplo sea generoso, en vez de estar recalcándole todo el día lo “egoísta” que es. Si alabamos a un niño cuando hace bien las cosas, se sentirá estimulado para continuar su buen comportamiento, se sentirá feliz y lleno de satisfacción. Si el niño nota que sus padres y/o profesores están contentos cuando obedece, en su subconsciente rechazará la actitud de la desobediencia.

Es preferible emplear más tiempo en alabar los buenos comportamientos en los niños que castigar sus malas acciones.

Pero, ¿qué podemos hacer nosotros, padres y profesores para contribuir a mejorar el comportamiento y actitud de nuestros niños?. Adoptar actitudes positivas, por ejemplo:

  • Sonreírles a menudo y contagiarles nuestro buen humor. Para ello dejaremos el cansancio acumulado o nuestros problemas fuera de la clase o de casa.
    Procurar ver el aspecto positivo de las cosas.

  • Cuando no podamos más contar hasta diez.

  • No ver problemas donde no los hay.

  • Ir por delante de ellos dándoles ejemplo. No podemos exigir a un niño que haga lo que nosotros no somos capaces de hacer.

  • Explicarles las cosas en el momento oportuno.

  • No caer en la tentación de pensar que los niños son demasiado pequeños para entender las cosas. Ellos entienden más de lo que imaginamos. A los niños hay que enseñarles a escuchar.

  • Sin amenazarles, ya que no siempre cumplimos esas amenazas. Los niños no nos tomarán en serio y perderemos toda credibilidad.


sábado, 18 de agosto de 2007


"El Canasto de Carbòn"

Se cuenta la historia de un anciano que se mantuvo en una granja en las montañas de Kentucky oriental con su joven nieto.

Cada mañana, el Abuelo se sentaba temprano en la mesa de la cocina para leer su vieja y estropeada Biblia.
Su nieto que quería ser tal como él, intentó imitarlo de cualquier manera. Un día el nieto preguntó, “Abuelo, yo intento leer la Biblia, me gusta pero yo no la entiendo, y lo que logro entender se me olvida en cuanto cierro el libro.
¿Qué hay de bueno en leer la Biblia? Preguntó el Nieto.
El Abuelo calladamente dejó de echar carbón en la estufa y dijo: “Baja el canasto de carbón y ve al río y tráeme un canasto de agua.”
El muchacho hizo tal y como su abuelo le dijo, aunque toda el agua se salió antes de que él pudiera volver a la casa.
El abuelo se rió y dijo, “Tendrás que moverte un poco más rápido la próxima vez”. y lo envió nuevamente al río con el canasto para intentar de nuevo.
Esta vez, el muchacho corrió más rápidamente, pero de nuevo el canasto estaba vacío antes de que llegara de vuelta a casa. Ya sin respiración, le dijo a su abuelo que era “imposible llevar agua en un canasto,” y fue a conseguir un balde a cambio.
El anciano dijo: “yo no quiero un balde de agua”; Yo quiero un canasto de agua. Tu puedes hacer esto. “Tu simplemente no estás intentando lo suficiente,” y salió a la puerta para mirar la prueba del muchacho de nuevo.
A estas alturas, el muchacho sabía que era imposible, pero quería mostrar a su abuelo que aún cuando corriese tan rápido como podía, el agua se saldría antes que llegase a la casa.
El muchacho sacó el agua y corrió fuerte, pero cuando llegó donde su abuelo el canasto estaba de nuevo vacío.
Ya sin poder respirar, dijo; “¡Mira Abuelo, es inútil!”
“¿Por qué piensas que es inútil”? dijo el anciano, “Mira dentro del canasto”.
El muchacho miró el canasto y por primera vez comprendió que el canasto parecía diferente. En lugar de un sucio canasto carbonero, estaba limpio.
“Hijo –dijo el abuelo - esto es lo que pasa cuando tu lees la Biblia. Tal vez no puedes entender o recordar todo, pero cuando la lees, te cambiará el interior.
Ésa es la obra de Dios en nuestras vidas. Para cambiarnos desde adentro y lentamente transformarnos en la imagen de Su Hijo.”