lunes, 8 de septiembre de 2008


El Perro y su Madre

Hola,amigos. Después de un tiempo ausente nos encontramos de nuevo aquí. Les ofrezco un relato en el que todo parecido con la realidad es pura coincidencia.

Un perro repetía constantemente a su hijo: “Como no te esfuerces por aprender ahora, nunca vas a ser nada el día de mañana.” Una vez ya no aguantó más y le replicó al padre: “Papá, tú me dices que aprenda mil cosas: a cazar, a andar por la ciudad respetando los semáforos, a acompañarte muchas veces, a dejarte solo otras… Y mil cosas que se piden a los humanos adultos. Pero nosotros, papá, somos perros y yo soy muy pequeño todavía”. “No te pido la luna –contestó el padre-, sólo que sepas comportarte siempre bien y que hagas todo lo mejor que puedas”. “Pues perdona, papá –replicó su hijo, envalentonándose-, pero tú no respetas los semáforos, te esfuerzas poco en la escuela de perros, te enfadas e insultas, dices groserías… Si eso lo haces ahora, ya de mayor, quería saber lo que serías de joven. Y ahora no te esfuerzas en educarme bien, con cariño y con sinceridad.” El padre no pudo aguantar lo que él llamaba insolencia del hijo. Le dio un grito y lo mandó a la cama sin explicaciones. La madre, después de un rato, se acercó al hijo para decirle: “Hijo, tienes razón en lo que dices pero no en la manera de decirlo. Tus padres debemos lograr –con los medios que sean- hacer de ti un buen perro. Y tú debes aprender a ser un buen perro y un buen hijo. Hasta es posible que no seamos muy buenos perros pero sí queremos que lo seas tú, porque eso es bueno. Y, queremos ser buenos padres para ti: que seas capaz de ser bueno y feliz aunque nosotros no vivamos o aunque nosotros no seamos ni buenos ni felices”. El perro echó unas lagrimitas y dio un beso a su madre.

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