viernes, 25 de mayo de 2007

Ella, Nuestra Reina
Cuentan que hace muchísimos siglos existió una ciudad muy famosa.
Una ciudad rica en donde todos vivían en paz. Pero un mal día sus habitantes quisieron elegir un rey.
Las trompetas los reunieron a todos delante del palacio de la ciudad. No faltaba nadie. Se adelantó un personaje bajito, muy gordo y bien vestido.
Era el más rico de todos. Alzó su mano llena de sortijas y dijo: - ¡Ciudadanos! Somos ya inmensamente ricos.
No nos hace falta dinero. Nuestro rey ha de ser un hombre noble, un conde, un príncipe, para que todos le respeten por su alta estirpe.
-¡Nooo! ¡Fuera! ¡Que se calle! -interrumpieron los pobres. Queremos por rey a un hombre rico y generoso que remedie nuestras necesidades. Los soldados levantaron en hombros a un gigantón de fiero aspecto y gritaron: - ¡Este será nuestro rey! ¡Es el soldado más valiente!
Allí nadie se entendía. Se oían gritos, amenazas, aplausos, el chocar de las armas de los guerreros.
Aquello amenazaba con una guerra. Poco a poco se acalló la muchedumbre y un anciano, sereno y prudente, aconsejó: - Amigos, no cometáis la locura de batiros por un rey que no existe todavía. Buscad a un niño inocente y que él elija a nuestro rey.
A la gente le pareció bien la propuesta y trajeron a un niño. Ante todo el pueblo, le preguntó el anciano: - ¿Quién quieres que sea el rey de esta ciudad tan grande?
El chiquillo miró a todos, se mordió la uña del dedo gordo y contestó: - Los reyes son muy feos. Yo no quiero un rey. Quiero que la reina sea mi mamá. 
Dentro de poco a nosotros nos pasará como a la ciudad del cuento. Seremos hombres y mujeres con estudios importantes. Entonces necesitaremos un rey que dirija toda nuestra vida. Para algunos será la riqueza y sólo pensarán en ganar dinero, ser ricos y vivir con lujo…
Triunfarán, pero su rey será el dinero. Otros soñarán con mandar. No les importará pisotear a los demás ni hundir a sus enemigos. Ellos sirven a la soberbia.
El poder es su rey. Habrá quienes sólo pensarán en gozar de la vida. Vagos, inútiles, aprovechándose de todos. Su rey es el placer y ellos le sirven fielmente.

No seamos así y acertemos en nuestra elección. Para ser felices, el rey de nuestra vida ha de ser Reina y, como en su día nos dio ejemplo don Bosco, una reina muy especial. Dejemos que María entre en nuestra vida y se convierta en la luz que guíe nuestros pasos.


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